La producción y el mercado del café orgánico en América Latina
Si alguna vez viste un café que en su empaque tenía el sello 100 % orgánico, seguro lo asociaste con un producto amigable con el medioambiente, trazable y que promueve la conservación.
Si pensaste eso, estás en lo correcto; sin embargo, es poco probable que conozcas la relevancia que el café orgánico tiene para algunos países productores de América Latina, su papel en la formación de asociaciones de pequeños caficultores y los desafíos a los que se enfrentan los caficultores que producen este grano.
Para saber más sobre este panorama, hablé con un productor de Perú y con la gerente de proyectos de una empresa dedicada al desarrollo de programas sociales y ambientales en la caficultura. Continúa leyendo y descubre lo que me dijeron
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¿Qué significa que un café sea orgánico?
La popularidad que ha alcanzado, actualmente, el café orgánico en la industria podría sugerir que es un modelo de producción reciente pero, en realidad, no es nada nuevo. Por el contrario, es el resultado de prácticas agrícolas tradicionales y milenarias.
El café orgánico solía ser común en las fincas cafeteras; no obstante, en los años 60 y 70, cuando empezaron a aparecer variedades resistentes al sol, con buen rendimiento y que se podían cultivar en filas estrechas, el modelo fue desplazado por el que hoy en día se denomina convencional.
La Federación Nacional de Cafeteros de Colombia define al café orgánico como el grano que se siembra sin la utilización de agroquímicos “de síntesis como fungicidas, herbicidas insecticidas y fertilizantes”, y que son sustituidos por abonos orgánicos, muchas veces generados por las mismas fincas cafeteras.
Scarlette Zeron, gerente de proyectos de la empresa de servicios múltiples Proexo, en Honduras, explica que esta condición no solo se reduce a la etapa de producción, durante toda la cadena de valor se debe anular el uso de sustancias artificiales.
Las fincas que le apuestan a este modelo cultivan sus cafetos en sistemas agroforestales, es decir, que conviven en armonía con otro tipo de árboles de mayor altura, proveen humedad y al menos un 30 % de sombra.
A diferencia del café comercial, que busca alcanzar una mayor productividad en una área de tierra determinada, el orgánico busca producir un café de alta calidad, con técnicas ecoamigables que contribuyan a hacer más fértil el suelo, eviten la deforestación, conserven la biodiversidad y protejan el cultivo de plagas y enfermedades.
“Esta práctica contribuye al cuidado del medioambiente ya que reduce la emisión de gases de efecto invernadero, nocivos para la salud del planeta, que dan paso al cambio climático”, afirma Scarlette.
“También, ayuda a la conservación de nuestra fauna ya que aumenta el número de especies de aves y otro tipo de organismos en las fincas, creando un ecosistema bird friendly”.
Por otra parte, el mercado de productos orgánicos ofrece un sobreprecio pero, antes, el productor debe recibir una certificación que garantice que el producto cumple con las reglas durante el proceso en finca, almacenamiento, tostado, empaquetado y envío.

El mercado actual del café orgánico
El mercadeo del café orgánico inició a mediados de los años 80 liderado por Gary Talboy, de Coffee Bean International, y Tom Harding, de OCIA (Asociación de Mejoramiento de Cultivo Orgánico), en México y Guatemala.
Al principio, su expendio se daba mayormente en tiendas de salud, era café importado y tostado por pocas firmas. Generalmente, la calidad era pobre y era difícil de encontrar. Esta historia quedó en el pasado porque, hoy en día, las bebidas orgánicas se hacen más asequibles al público y, por ejemplo, los supermercados minoristas han aumentado las existencias de estos productos, a precios muy competitivos, elevando su grado de popularidad.
El café sustentable mueve un nicho específico que ha experimentado un notable crecimiento en los años recientes y que en el futuro puede favorecer la comercialización del grano orgánico.
Según el estudio Mercado de Café Orgánico: Crecimiento, tendencias, impacto covid-19 y pronósticos (2022-2027), el mercado mundial del café orgánico proyecta un crecimiento anual de 12,56 % entre el periodo del 2016 y 2026.
Los productos con etiqueta orgánica son muy solicitados en Norteamérica, Europa y recientemente en Asia oriental. Los consumidores de estas regiones están dispuestos a pagar mejores precios si esto les garantiza que se están tomando una bebida libre de químicos, saludable y producida bajo parámetros éticos y ambientales.
Scarlette dice que 513 276 sacos de 46 kilogramos de café orgánico, y orgánico más otros sellos, producidos en Honduras durante la cosecha 2020-2021, se exportaron hacia Estados Unidos, consolidándose como el principal destino. Alemania ocupó el segundo lugar con una exportación de 461 692 sacos. De los países de Asia Oriental, Taiwán y Japón fueron los que reportaron una mayor importación con 2126 sacos y 9377, respectivamente.
Jimmy Larico Sucaticona, productor y gerente de la cooperativa Cecovasa en Perú, estima que el 60 % de la producción orgánica peruana es importada por Estados Unidos. En “segundo lugar Europa y últimamente para los mercados asiáticos, aunque se vuelve complicado porque sus normas son más estrictas”.
El viejo continente, una puerta para este segmento
El interés del continente europeo por alimentos orgánicos, le da esperanzas al café. De acuerdo con el Instituto de Investigación de Agricultura Orgánica, entre el 2014 y 2018, las ventas del mercado retail orgánico aumentaron un 12 %.
El Centro para la Promoción de Importaciones de Países en Desarrollo (CBI) reveló que en 2019 la Unión Europea importó 130 000 toneladas de café orgánico, lo que representó el 3,5 % del total de las importaciones de café de esta categoría.
Las cifras siguen confirmando que este mercado es de nicho pero que viene presentando un crecimiento. Países como Alemania, Francia, Reino Unido, Suiza, Dinamarca y Suecia representan grandes oportunidades para los productores que le apuestan a la caficultura orgánica, según el CBI.

Oferta de países productores en América Latina
En 1967, la Finca Irlanda, ubicada en Chiapas, México, obtuvo la primera certificación orgánica. Desde ese momento, México tomó relevancia en la producción de este café.
En 2010, México se consolidaba como líder entre los países productores orgánicos con 70 838 hectáreas. Le seguían Perú con 37 633 ha, Indonesia con 26 882 ha, Ecuador con 12 381 ha, Nicaragua con 10 116 ha, El Salvador con 9441 ha y Guatemala con 7895 ha. El grano se comercializaba principalmente con Estados Unidos, Canadá y Alemania.
En 2015, el café orgánico representaba el 8 % del mercado mundial. Una vez más, México y Perú eran los mayores productores del grano; sin embargo, México fue desterrado por Perú y Etiopía, que en 2020 fueron los embajadores mundiales del segmento orgánico, según datos de la Federación Internacional de Agricultura Orgánica (IFOAM) y el Instituto de Investigación de Agricultura Orgánica (FiBL).
El Ministerio de Desarrollo Agrario señaló que el país africano tiene 183 000 hectáreas certificadas. Mientras que la nación sudamericana tiene 169 078. Ambas áreas representan el 45,81 % de la producción mundial del café orgánico, cuantificada en 768 445 ha.
A pesar de que Etiopía tiene 13 992 ha por encima de Perú, el país sudamericano tuvo un mayor rendimiento. En la cosecha del 2020 produjo más dos millones de quintales y un rendimiento de 598 kilos.
Para Jimmy, la gran participación de Perú en la caficultura orgánica obedece principalmente a dos factores: la ubicación geográfica del país ya que se estima que el 75 % de los cafetales están por encima de los 1000 m s.n.m. y cuenta con una variedad de climas propicias para el cultivo de cafetos. En segundo lugar, la capacidad de organización de los pequeños productores, al menos 57 140 se dedican a la siembra sostenible.
Senasa reportó que Cajamarca es “la región líder en la producción orgánica de café con 58 300 hectáreas certificadas, seguido por Junín con 55 176, Amazonas con 15 041 y San Martín con 14,996”. Jimmy también destaca a países como Colombia y Ecuador que han sido clave en el desarrollo y el crecimiento de este segmento.
¿Cuál es el consumo de café orgánico en la región?
Se calcula que durante el 2020, los países importadores consumieron cerca de 152 000 000 de sacos de 46 kilos de café orgánico.
Mientras tanto, en los países productores, la cifra no es tan clara. Jimmy sostiene que no existe una estadística que revele cuál es el consumo a nivel latinoamericano pero insiste en que el consumo local es minúsculo comparado con el de los países no productores.
“Los pequeños productores no están en la capacidad de trabajar un producto terminado, que significa mucho trabajo, tecnología, marketing, conocimientos. Ellos trabajan para la importación, por eso es un poco complicado hablar sobre el consumo interno de café orgánico”.

Rentabilidad y oportunidades del café orgánico para los pequeños caficultores
El café orgánico es producido, en su mayoría, por pequeños productores que viven en condiciones adversas, zonas apartadas y con economías frágiles.
Además, la caficultura orgánica es un modelo de producción que puede representar un costo mayor que el convencional. Por ejemplo, para mezclar el compost y remover la maleza manualmente es necesaria más mano de obra que para regar herbicidas. A pesar de que las certificaciones sostenibles representan una mejor remuneración por parte del mercado, no necesariamente significan rentabilidad para el productor.
Scarlette aconseja que para que la oportunidad de crecer no termine siendo un fracaso, los caficultores deben “desarrollar un plan de mejoramiento-conservación de la finca, separando la producción orgánica y la no orgánica, resguardando el área no cultivada y asegurando la sostenibilidad a largo plazo y mejoramiento del cultivo”.
Es importante mantener los niveles de fertilidad del suelo a través de varios medios de origen natural con coberturas y compost. El control de plagas y malezas debe ser preventivo, utilizando medios mecánicos o pesticidas de derivados naturales u otros químicos de origen natural, y se deben aplicar medidas que contribuyan con la conservación de suelos y el agua.
Retos para el caficultor orgánico
El café orgánico, también, tiene sus detractores. Algunos afirman que el proceso de la certificación es ineficiente, costoso y que puede tomar tiempo. Scarlette señala que la conversión de la finca puede tomar un periodo de tres años sin usar pesticidas sintéticos o fertilizantes.
“La meta y el desafío de la producción orgánica es construir de manera natural un clima saludable para los cafetos y, al mismo tiempo, mantener la productividad frente a las enfermedades, las plagas y el cambio climático”.
El valor de la certificación es otro desafío para los productores. Como deben asumir el costo de la inspección, que incluye viáticos de los auditores y el pago de certificación anual, es probable que muchos no estén en capacidad de realizar el proceso, a menos de que se encuentren organizados y los costos se diluyan entre varios.
Jimmy agrega que aumentar el interés en los consumidores locales es un reto. Aunque ha tomado más relevancia actualmente, involucra un trabajo de marketing, publicidad, herramientas y empoderamiento digital del que carecen muchos caficultores. “Los países debemos estar preparados para promocionar el café orgánico. Hay una oportunidad en el mercado interno. Allí está el Estado y las organizaciones, tienen que tener la capacidad de promocionar un café orgánico para que este tenga una rentabilidad”.

Los pequeños caficultores tienen la capacidad de beneficiarse de la producción de café orgánico porque está formado por ellos y diseñado para ellos; sin embargo, este modelo presenta distintas barreras que deben ser superadas a través de la alianza del sector privado y el Estado e involucrar a toda la cadena de valor del café para que el negocio sea rentable y cumpla su propósito social y ambiental.
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Créditos de las fotos: Tatiana Guerrero, Proexo.
PDG Español
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