Comprendiendo la producción de café en Angola
En su mejor momento, Angola era el tercer productor de café del mundo; sin embargo, desde que se independizó, en 1975, la industria ha sufrido por la guerra civil, los varios conflictos y los continuos problemas políticos.
A pesar de esta crisis, el sector sigue siendo resiliente y hay signos de recuperación en el horizonte. En los últimos años, las exportaciones han crecido sustancialmente y los esfuerzos de las instituciones gubernamentales y otros involucrados han dado esperanzas a los pequeños caficultores del país.
Para conocer la historia del café angoleño hablé con un experto local. Sigue leyendo para conocer qué me dijo.
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Breve historia del café de Angola
El café fue introducido en Angola por los colonos portugueses en la década de 1830 y el cultivo no tardó en tener un gran impacto. La primera finca de la que se tiene constancia fue establecida por un agricultor brasileño en 1837.
En estos primeros tiempos, la producción creció de forma lenta y constante, hasta que en la década del setenta alcanzó el máximo, previo a la independencia, cerca de 1975. En 1974, las cifras de producción angoleña superaban los 5,2 millones de sacos de 60 kg y el país empezaba a ser conocido por producir Robusta de alta calidad.
Durante el siglo XIX y en la mayor parte del XX, el café angoleño se cultivaba en diversas fincas (haciendas) de propiedad y administración portuguesa. En la década de 1970, se informó que había más de 596 000 ha de tierras de cultivo de café y más de la mitad estaban formadas por grandes fincas (100 ha o más).
Después de que el país se independizara de Portugal, en 1975, estalló una guerra civil que duró más de 25 años, mezclados con breves períodos de paz inestable. Esto provocó un éxodo masivo de portugueses del país. Para el sector cafetero esto supuso la salida de propietarios de fincas, administradores y técnicos.
Además, al comienzo de la guerra civil, la mayor parte de la mano de obra inmigrante de Angola abandonó las fincas de café que fueron nacionalizadas por el nuevo gobierno, hasta mediados de los noventa.
Durante este periodo de nacionalización, dos empresas estatales gestionaban toda la comercialización y exportación de café: Cafangol y Uigimex. En 1993, en un intento por revitalizar la industria, se liberalizó el sector cafetero. A pesar de eso, en los años posteriores, varias organizaciones gubernamentales han estado involucradas en el sector.
En el marco de su programa de privatización, el gobierno vendió las 33 empresas estatales de plantaciones de café. En aquel momento, la mayor parte de la producción de café se concentraba en las provincias de Uige, Kwanza Norte, Kwanza Sul, Bengo y Cabinda.
Desde la liberalización, el Secretario de Estado del Café, a través de la Secretaría de Estado del Café (Secafe), se encargó de la concesión de licencias y del control y la regulación de la industria cafetera angoleña.

Un perfil: el café angoleño en la actualidad
Angola cultiva principalmente Robusta con algunas fincas de Arábica que se han establecido, recientemente, en altitudes superiores a lo largo de la meseta central del país.
JC Mainga es director del Instituto Nacional del Café de Angola (INCA). Este organismo supervisa la investigación sobre el café y la distribución de plántulas.
Él dice: “en Angola, el café Robusta se diferencia por tipos según la región en la que se produce. Así, tenemos Amboim Robusta, Ambriz Robusta, Cazengo Robusta y Cabinda Robusta. El primero es el más valioso, tanto en precio como en sabor”.
Según JC, en 2020, las exportaciones de café ascendieron a 27 701 sacos de 60 kg, lo que supone un aumento del 30 % respecto al año anterior. Aunque se trata del inicio de una recuperación, sigue siendo una diferencia considerable con respecto a las cifras de finales de los sesenta y principios de los setenta.
“Actualmente, las estadísticas dicen que hay unas 40 000 hectáreas de fincas de café [en Angola]”, dice JC. “Durante el apogeo de la producción de café, en la década de 1970, esa cifra se acercaba a las 600 000 ha”.
Además, él dice que alrededor del 85 % del café que se produce en Angola es cultivado por pequeños productores en superficies de hasta cinco hectáreas. Muchas de las grandes fincas que dominaban la producción en el siglo XX han desaparecido.
JC también añade: “hay algunas cooperativas pero su organización es deficiente y no contribuye mucho a la producción de café”.

La cadena de valor del café en Angola
“La cadena de valor del café en Angola comprende productores, procesadores, comerciantes, tostadores y exportadores”, dice JC. “Aquí, nuestros procesadores son propietarios de las trillas y se encargan del procesamiento del café. Ellos operan sus trillas en las regiones centrales de producción”.
La mayor parte del Robusta angoleño se procesa de forma natural y se seca bajo sol para, posteriormente, trillarlo. El pequeño porcentaje que se lava es, sobre todo, experimental porque no existe un mercado significativo para él. La mayor parte de la trilla se lleva a cabo en la propia finca con equipos operados por los caficultores.
Aunque, en su mayoría, el café angoleño es Robusta, JC también señala que el Arábica que se produce es mitad lavado y mitad natural.
La exportación y el procesamiento del café comercial se realizan en Luanda, donde hay tres plantas principales. En este lugar se realiza el procesamiento para la exportación y la clasificación. Una planta pertenece a la empresa estatal Cafangol, las otras dos son privadas y pertenecen a Griangol y FCA. Cafangol también tiene otra planta en funcionamiento en Amboim, en Kwanza Sul.
Debido a la enorme caída en las cifras de producción de las últimas décadas, todas las plantas de procesamiento llevan algún tiempo funcionando por debajo de su capacidad, lo que ha provocado una intensa competencia.
En cuanto al tueste, JC dice que hay tostadores que “tienen plantas en grandes ciudades como Luanda, Uige y Sumbe, y compran el café directamente a los comerciantes”; sin embargo, señala que no existen instalaciones de tueste más amplias y que no hay en Angola una gran demanda de café cultivado localmente. Por eso, la mayor parte del café angoleño se envía a Europa y a Oriente Próximo, sus destinos más comunes son Portugal, Líbano y España.

Ventas y exportaciones de café
La mayoría de los pequeños caficultores venden su cosecha directamente a los comerciantes o a los agentes de las empresas exportadoras. Algunas asociaciones y cooperativas de productores recogen el café de sus miembros y lo venden a los exportadores pero, como ya se ha mencionado, son pocas y distantes entre sí.
A pesar de la liberalización del sector hace casi tres décadas, el gobierno sigue decidiendo el precio a pagar a los productores a través de su centro de investigación, el Instituto Nacional de Café (INCA).
En mayo, al comienzo de la temporada del café, el INCA anuncia el precio mínimo que se pagará a todos los involucrados. Este precio se determina en función del precio FOB y se divide en partes iguales entre el productor, el comerciante y el exportador.
“INCA es la entidad responsable de dirigir el sector del café a nivel político en Angola”, dice JC. “Tiene representación en todo el país a nivel provincial, municipal y comunal, y trata directamente con los productores de café”.
El INCA realiza todas las funciones esenciales en nombre de Secafe. JC dice que, principalmente, el INCA exige que todos los que están en el mercado tengan licencia y señala que los procedimientos pueden ser muy burocráticos.
En particular, la institución a veces se esfuerza por comunicar claramente sus requisitos de exportación, lo que crea problemas que se traducen en largos retrasos y altos costos; no obstante, estos inconvenientes siguen siendo asumibles para los caficultores y comerciantes ya que los precios internacionales son casi el doble de los locales.
El INCA, también, es responsable de I+D en el sector del café. Para eso, gestiona cuatro plantas experimentales en Uige, Amboim, Ganda y Kilombo.

¿A qué desafíos se enfrenta el sector cafetero angoleño?
La mayoría de los cafetos existentes en Angola tienen varias décadas de antigüedad, lo que significa que el rendimiento es bajo y que las fincas necesitan desesperadamente una regeneración o replantación.
Muchas cooperativas, procesadores y caficultores que realizan su propio procesamiento también carecen del equipo adecuado. Esto, a su vez, puede comprometer la calidad cuando el café se entrega al exportador, perjudicando las relaciones comerciales.
Estos problemas de calidad incluyen un sabor a viejo característico, un contenido de humedad insuficiente y granos descoloridos o amarillos.
Otro problema es que el cultivo del café requiere de mucha más mano de obra que otros cultivos populares en Angola. Esto significa que las cooperativas y fincas con poco personal suelen inclinarse por cultivos más rentables a corto plazo.
El sector, además, se enfrenta a problemas de enfermedades, plagas y falta de acceso a los insumos agrícolas. Los pequeños caficultores han sufrido un entorno político que, históricamente, no ha favorecido la producción de café.
Esta es una de las razones por las que son insuficientes las instalaciones en Angola destinadas al beneficio húmedo y seco. En consecuencia, muchos caficultores se limitan a vender sus cerezas de café a vendedores itinerantes que luego procesan, secan y tuestan en las grandes ciudades, añadiéndole así más valor.
La infraestructura de transporte es otro problema clave. La mayoría de los caficultores angoleños se encuentran en zonas rurales y el transporte de su cosecha a los centros de procesamiento puede ser complicado y costoso. Este costo suele recaer en el comprador, lo que lo hace menos atractivo.
Por último, los productores de café de Angola tienen dificultades para obtener créditos y financiación a corto plazo. Los pocos bancos que existen no están dispuestos a financiar a la mayoría de los exportadores porque consideran que el negocio del café es demasiado arriesgado. Solo se financia a unos pocos grandes exportadores y la financiación solo se ofrece contra garantía.

Mirando al futuro
A pesar de lo anterior, todavía hay esperanza en el horizonte para el sector cafetero angoleño. El gobierno está actualmente comprometido con la reforma de la industria, una oportunidad para crear empleo para muchos angoleños.
Quieren centrarse en los numerosos jóvenes soldados desmovilizados del país, así como en la población rural desplazada por el conflicto en el país.
Para eso, en 2019, el Gobierno puso en marcha un programa de revitalización del café Arábica que se caracterizó por la distribución de 15 000 plántulas a 30 familias de Beteleme. Con el tiempo, el objetivo es que iniciativas similares proporcionen a más de 3000 personas un medio de subsistencia.
Otro plan de reforma fue destinar unos 8,5 millones de dólares al cultivo de Robusta en 17 000 ha de tierras de cultivo en el municipio de Amboim, una zona devastada por la guerra civil. Con el tiempo, el gobierno espera que la región pueda cultivar unos 650 000 sacos de 60 kg al año.
Además, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) está trabajando con los caficultores, el gobierno y otros actores del sector cafetero del país para evaluar cómo los productores y exportadores podrían posicionarse mejor dentro de la cadena de valor mundial.
En noviembre de 2019, la UNCTAD celebró un taller en la provincia de Uíge como parte del proceso de revisión de las exportaciones agrícolas nacionales. Su objetivo era capacitar a más de 200 caficultores y funcionarios públicos locales para mapear sus cadenas de valor, evaluar las oportunidades y los desafíos para los sectores agrícolas (como el café) y redactar un plan de acción.

Si Angola cumple con estas iniciativas y mejora su infraestructura de producción de café, podría empezar a exportar a gran escala a compradores de Norteamérica y Europa.
El café Robusta angoleño aún goza de una razonable reputación entre algunos importadores de café, aunque está por verse si el país puede devolverle a su industria cafetera, antaño dominante, su antigua gloria.
En definitiva, aunque Angola todavía se está sacudiendo las secuelas de décadas de guerra y disturbios, hay motivos para tener esperanza. Con mano de obra joven y mucha tierra cultivable, el INCA y sus asociados podrían volver a situar el café angoleño en la escena mundial.
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Crédito de las fotos: Peter Gakuo, Unsplash, Pexels, Pixabay.
Traducido por Tati Calderón. Traducción editada por Alejandra Soto.
PDG Español
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