El bienestar de los recolectores en la producción de café
Los recolectores de café representan un eslabón fundamental en la cadena de producción. Su labor requiere de experiencia, indispensable para la calidad del producto final, y su ausencia desestabilizaría la industria. Por eso, es importante pensar en estrategias que garanticen y promuevan su bienestar.
Identificar las problemáticas sociales presentes en las primeras etapas de la producción de café requiere de un trabajo constante en campo y de familiarizarse con el cambio que continuamente se vive.
Para conocer más sobre estas dinámicas hablé con Daniela Maya, directora de cafés especiales y comercio exterior del grupo empresarial Accresco, y con Astrid Medina, copropietaria de la finca Buenavista en Planadas, Colombia. Sigue leyendo para descubrir lo que me dijeron.
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Contexto de la recolección
Las labores de recolección han sido mecanizadas en algunas regiones del mundo, principalmente en países donde las condiciones geoclimáticas lo permiten y en los que la alta calidad del producto final no es el objetivo principal; sin embargo, en países como Colombia, sus condiciones y creciente interés en el café de especialidad demandan labores más artesanales que traen consigo desequilibrio en temporadas de cosecha.
Las dinámicas del sector cafetero, con períodos en el año de mayor bonanza del grano, son una de las causas principales del desequilibrio en la oferta y la demanda de recolectores. Esto ocurre en países como Costa Rica donde se evidencia un alto requerimiento de mano de obra, especialmente en noviembre, diciembre y enero.

El rol de los migrantes en temporada de recolección
En Latinoamérica, por ejemplo, las labores de recolección son realizadas principalmente por tres grupos de personas. El primer grupo lo conforma la familia de los propietarios de los cultivos; el segundo, aquellos propietarios de cultivos aledaños que, ya sea por la extensión o naturaleza de su cultivo, pueden realizar labores en otros lugares, y por último, los migrantes, personas que realizan labores de recolección en distintas regiones.
Este tercer grupo, el de los migrantes, se puede encontrar principalmente en las fincas de mayor extensión. Según Daniela, a partir de su experiencia en Colombia, “trabajar con migrantes siempre se va a ver especialmente en fincas grandes. Por ejemplo, en Antioquia se ve mucho, en Huila se ve mucho. O sea, en regiones que tienen unas extensiones de tierra importantes”.
Los migrantes son personas que, por su estilo de vida, están acostumbradas a desplazarse constantemente dentro un país o, incluso, de un país a otro. Por ejemplo, en Costa Rica es frecuente el paso de comunidades panameñas en temporada de cosecha y en Colombia los migrantes venezolanos han representado, en los últimos años, un papel cada vez más importante en la recolección de café.
En este sentido, las condiciones de habitabilidad que les ofrecen a los migrantes en los campamentos empiezan a adquirir más importancia en la dignificación de su labor. Astrid agrega que “cuando ellos encuentran un dormitorio adecuado, buen trato y una comida adecuada, algunos se sorprenden”.
Las condiciones de vida de la mano de obra en el sector agrícola están cada vez más en el foco del consumidor. “Estos campamentos tienen que cumplir con una normativa básica pues nosotros somos certificados Rainforest Alliance, que si bien es una certificación enfocada en sostenibilidad ambiental, también tiene unos componentes importantes de sostenibilidad social; los campamentos tienen que tener unos requerimientos mínimos“, sostiene Daniela.
Estos requerimientos están sujetos a cambios anuales y se enfocan en garantizar prácticas responsables y sostenibles en la agricultura. Las condiciones dignas de habitabilidad y la equidad de género, entre otros, son algunos de los puntos más relevantes.

Dificultades para formalizar las labores de recolección
La poca estabilidad en el trabajo de recolección y el pago comúnmente relacionado con los kilos de café recolectados, dificultan la formalización laboral de los trabajadores. Esto implica que, en gran medida, los recolectores muestren desinterés en tener un trabajo formalizado.
“Creo que los recolectores ven con buenos ojos la informalidad. Ellos casi nunca están por largos periodos en la misma finca, son andariegos y solo quieren centros de cosecha o pases muy buenos. Son muy escasos los que se quedan trabajando fijo en una finca”, sostiene Astrid.
El desconocimiento de los beneficios que trae consigo un empleo formal y la costumbre de un ingreso que varía en relación con el trabajo realizado cada día, son las principales dificultades a las que se enfrenta un empleador para legalizar su fuerza laboral. Daniela, al hablar de sus intentos por formalizar la labor del recolector, cuenta que “si bien nosotros podemos manejar en el año más de mil recolectores, no pudimos encontrar cuarenta personas que se le midieran“ a la contratación a largo plazo.
Las dificultades para formalizar las labores de los recolectores también se ven reflejadas en las formas en que reciben sus pagos. Por ejemplo, solo un pequeño porcentaje tiene cuentas bancarias. “Venimos trabajando fuertemente en incentivar un poquito la bancarización de los pagos (…) y no hemos llegado siquiera al 2 %”, señala Daniela. Generar mayores índices de bancarización es un paso fundamental en el camino a la formalización; no obstante, es un recorrido que, por el momento, lleva un ritmo más lento del esperado por los caficultores.

Jornadas laborales y convivencia en los campamentos
Debido a los criterios usualmente aplicados para el pago en las fincas cafeteras durante la temporada de cosecha, pago por kilogramo recogido, hay cierta flexibilidad en las jornadas laborales de los recolectores; sin embargo, de acuerdo con Astrid, en época de recolección, “un recolector puede trabajar de 9 a 10 horas diarias, los 5 días de la semana”.
En el caso de los migrantes, la convivencia en las jornadas de descanso también juegan un rol significativo para su bienestar. Por eso, cada vez es más importante establecer normas de convivencia en los campamentos e instaurar prácticas que contribuyan al bienestar de las personas.
Dentro de las prácticas que implementa Astrid en su finca destaca la normativa para una mejor convivencia. “Cada vez que hay un grupo, porque se está cambiando constantemente de gente, siempre se hace una reunión y se habla con ellos sobre la importancia de que después de las nueve de la noche ya nadie esté con su celular, que ninguna persona esté de pronto con luz prendida, que si quiere hacer ruido o reírse o hablar por celular se puede retirar del dormitorio e ir a otro lado. La importancia de respetar a su compañero y de que el lugar permanezca aseado, limpio. Eso nos ha ayudado muchísimo”.
¿Por qué es escasa la mano de obra?
En temporada de cosecha, los retos que se deben enfrentar dependen de una gran cantidad de variables, tanto sociales, económicas y naturales, por eso aumentan constantemente. Un ejemplo de esto es la tendencia que hay en las nuevas generaciones a no continuar su labor en el sector cafetero. El futuro de la oferta de recolectores es incierto y esto presenta un desafío de suma importancia para el mundo del café.
La limitada oferta laboral y educativa en las zonas rurales son algunos de los factores que traen consigo migración a las ciudades y, en consecuencia, se pone en riesgo el relevo generacional en las actividades agrícolas.

Como cada uno de los actores involucrados en la industria cafetera, los recolectores tienen un rol fundamental. En consecuencia, buscar formas de aumentar su satisfacción laboral y sus condiciones de vida, en general, puede tener un impacto positivo en toda la cadena productiva.
Un mayor bienestar reflejado en el sistema de salud, en condiciones dignas de habitabilidad en las zonas rurales, en estabilidad económica y laboral, y en la cualificación de la mano de obra con el apoyo de un sistema educativo de calidad, son esenciales para la preservación de la cultura cafetera.
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Créditos de las fotos: Daniel Jaramillo.
PDG Español
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