Cómo la educación puede potenciar el trabajo de los caficultores
Producir un café de alta calidad implica contar con conocimientos sólidos acerca de las mejores prácticas en el cultivo, la recolección y el procesamiento. Para satisfacer la demanda de un mercado cada vez más exigente, los caficultores necesitan recibir educación en todas las etapas de producción del grano, ya que esto les puede ofrecer múltiples posibilidades.
Un productor capacitado podrá transmitir sus conocimientos a las próximas generaciones y garantizar la producción de café en el futuro. Sin embargo, muchos caficultores suelen tener dudas acerca de la mejor manera de recibir educación, cuáles son las herramientas necesarias y cómo optimizar la producción de su finca.
Para conocer cómo los caficultores pueden beneficiarse de recibir capacitación sobre el manejo de su finca, hablé con Marly Albán, Luís Lopez y William Cruz Valencia, tres expertos que se dedican a la educación de productores de café en una región cafetalera de Colombia. Sigue leyendo para conocer lo que me dijeron.
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¿Por qué es necesaria la capacitación?
Marly es ingeniera agrónoma y forma parte del equipo de trabajo del Comité de Cafeteros del Cauca. Su función es capacitar y brindar acompañamiento a los caficultores de la región.
Además, también es productora de café, y esto hace que le resulte más fácil relacionarse con otros caficultores y entender sus necesidades. “La educación es importante, porque si nuestros caficultores están capacitados obtendremos mejores resultados tanto productivos, [como de rentabilidad] y de calidad”, me dice.
Según las cifras del Comité de Cafeteros del Cauca, en la región existen 93.000 hectáreas de café, lo cual revela la importancia de la producción del grano en el departamento. Además, la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia (FNC), anunció que en 2020, la cosecha de café en el país alcanzó su mayor valor en 20 años, con una cifra de USD 8,7 mil millones.
Por esta razón, la responsabilidad por parte de todos los miembros de la cadena de suministro de producir un café de calidad se hace cada vez mayor.
Los diferentes mercados requieren cada vez más cafés que cumplan con ciertos estándares de calidad, y los productores necesitan estar preparados para satisfacer esta demanda. Esto aumentará sus probabilidades de obtener precios que reflejen la calidad de su cosecha.
Marly organiza actividades que tienen el objetivo de potenciar las habilidades de los caficultores mediante una capacitación adecuada, con el fin de ayudarles a mejorar sus prácticas agrícolas.
Su intención es formar a los productores de café de la zona, para que sus fincas puedan ser más productivas y rentables. Además, me cuenta que le gustaría que estos caficultores “logren entrar al mundo de los cafés de especialidad”.
“Primero es querer cambiar, querer ser un caficultor especial, querer hacer las cosas bien y querer recibir las capacitaciones”, me dice Marly.

La importancia de mejorar las habilidades
Los programas educativos en las regiones cafetaleras permiten a los caficultores garantizar la eficiencia de los procesos para producir un café de mayor calidad. Al tener conocimientos sólidos, pueden tomar decisiones acertadas con respecto al manejo de su finca.
Marly ofrece asistencia técnica sobre la siembra de café, fertilización, recolección, y manejo de plagas y enfermedades, y brinda capacitación en la recolección, despulpado, fermentación, secado, y comercialización del grano.
También, me explica que planifica un cronograma anual de actividades educativas según las necesidades de los territorios que se le asignan, y les transfiere tecnología de diferentes métodos de extensión rural a los caficultores. Además, organiza giras y días de campo para evaluar las condiciones de cada territorio.
Para cumplir con su objetivo de que los caficultores puedan mejorar el manejo de sus tierras, Marly trabaja directamente con los productores para conocer sus necesidades específicas y proveer los conocimientos necesarios.
Sin embargo, ella cree que para lograr el éxito es necesario que los productores estén motivados.

Adquirir nuevas competencias
Luis López es cofundador de la Asociación Colombiana de Pequeños Caficultores (Ascafé), una organización que representa a más de 3.500 familias agrícolas de los departamentos del Cauca, Nariño, Huila, Tolima, Valle del Cauca, Cundinamarca, Antioquia y Cesar.
Además, se desempeña como instructor del Programa de Formación Vocacional y Entrenamiento de la organización, en donde capacita a 12 personas en ciclos de dos semanas.
Mediante talleres prácticos de análisis físico y cata, ha formado a 72 caficultores, e incluso a 12 jóvenes de 18 años. “Desarrollo las habilidades sensoriales en los estudiantes y en las prácticas de trilla y tueste,” me cuenta Luis.
“Nuestro modelo pretende que entiendan primero la cadena del café de manera integral, con ello los llevamos a generarse las preguntas base, ¿por qué?, ¿para qué? y ¿cómo?”, explica.
Asimismo, me cuenta que su intención es que se conozcan otros perfiles profesionales involucrados en la industria del café, por ejemplo, la labor de un analista de calidad o un trillador, incluso un tostador o barista, y darles a conocer el valor de una caficultura sostenible.
También, dentro de este programa, hay un espacio para los jóvenes, hijos de caficultores que deciden involucrarse en el negocio familiar. “Queremos que los jóvenes también encuentren en la industria (y no solo en la caficultura) una oportunidad para desarrollar su proyecto de vida”, me dice.
Con esta labor se alimentan las ambiciones de los futuros caficultores, y se les invita a descubrir las dinámicas de una industria que se diversifica en cada una de sus etapas.

Motivar a los productores
La labor de Luis contribuye a enriquecer los conocimientos de los caficultores y sus hijos acerca de la cadena de producción del café una vez que sale de la finca. Sin embargo, la motivación es tan importante como el conocimiento.
Luis me confiesa que los jóvenes de su región no se sienten entusiasmados frente a la idea de producir café y me dice que “han visto a sus padres quebrados o desanimados después de tantos años sin progresar en la finca”. Este estilo de vida no conquista las aspiraciones de muchos jóvenes
No obstante, Luis comparte todo su conocimiento para incentivar a los jóvenes en la industria e introducirlos en áreas inexploradas.
“Lo primero que construimos es un despertar de curiosidades”, me dice. De esta manera se les presenta una nueva visión de la industria del café, y se les comparten ideas novedosas.
Además, enfatiza en que “es entender el por qué de las cosas, con eso pretendemos que ellos tengan elementos de cómo ir a la finca a dar ideas nuevas”. Luis tiene un enfoque particular en enseñar la producción fuera de la finca, por ejemplo las prácticas de trilla o tueste.
“Estos jóvenes nunca han tenido contacto con esto, porque en sus fincas terminan su ciclo de producción cuando entregan el café pergamino en una cooperativa o a un exportador, y lo que queremos es que ellos se den cuenta [de lo que sucede] con el producto a partir de ese momento”, me cuenta.
Al participar en estos cursos de formación, los estudiantes aprenden sobre otras habilidades necesarias en la cadena de suministro del café, como el análisis físico y sensorial, y comprenden el proceso de transformación del grano.
Luis me dice que con esta nueva visión que se les brinda a los caficultores y a la próxima generación, se puede “intervenir o replantear la forma en que se está produciendo actualmente en su finca familiar, ya sea con tecnificación o creando nuevas unidades de negocio desde la producción agrícola”.

Intercambio de conocimientos
En muchos casos, los caficultores que se han capacitado contribuyen a difundir el conocimiento en sus comunidades. Por ejemplo, William, al concluir su formación en el Centro Vocacional de Ascafé, transmitió sus conocimientos acerca de las mejores prácticas agrícolas a sus colegas.
“Los conocimientos adquiridos han sido replicados en mi comunidad, buscando siempre el bienestar de las familias cafeteras que procuran mejorar la calidad del café”, me dice William.
Marly me dice que, “cuando se aprende algo que te gusta es más fácil poderlo transmitir”.
Cuando William capacita a otros caficultores desea generar un intercambio de conocimientos, aclarar dudas e incentivarlos a producir café de alta calidad.
Actualmente, William es caficultor y catador. Además, tiene un vivero donde trabaja con semillas certificadas por Cenicafe, y suministra plantas de café a las familias del departamento del Cauca.
Él sostiene que para mejorar las prácticas en el campo, la colaboración es necesaria, pues es necesario brindar a los caficultores el conocimiento de instituciones que manejen un modelo asociativo donde puedan vincularse.
También, expresa que otra modalidad es por medio de “talleres y eventos donde podamos educar y mostrar los beneficios que trae mejorar las prácticas agrícolas”.

¿Cómo empoderar a los caficultores?
Para establecer bases sólidas de conocimientos técnicos en café, el caficultor debe conocer todo lo relacionado con el cultivo del grano. Recurrir a instituciones y personas expertas en capacitación les proporciona las herramientas, asesorías y guías de producción necesarias.
Luis me explica que “la capacitación o ser un productor con excelente documentación e información es la mejor forma de convertir cada unidad en algo realmente productivo y sostenible para ellos y sus familias”.
Por otra parte, Marly, quien junto a sus colegas, ha capacitado a 1034 caficultores, considera que para consolidar el conocimiento de los productores, se debe ofrecer programas que impulsen o ayuden a fortalecer el cultivo de café, e identificar jóvenes caficultores potenciales.
William, quien aplica en su vivero las enseñanzas de Ascafé, considera que para mejorar la calidad del cultivo, es necesario que las instituciones garanticen una “asistencia técnica, haciendo un análisis completo para determinar si [el caficultor] cuenta con las condiciones climáticas y de suelos para la plantación del cultivo”.

Una base sólida de conocimientos hará la diferencia en las fincas y contribuirá de manera significativa a mejorar la producción. Compartir los conocimientos adquiridos también permite impartir las enseñanzas a través de experiencias directas, beneficiando a toda la comunidad.
Las instituciones cafeteras de los diferentes países y los institutos técnicos agrícolas necesitan crear más oportunidades educativas en las regiones cafetaleras y motivar a los caficultores a participar activamente, con el fin de mejorar su producción de café, sus habilidades y su calidad de vida.
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Crédito de las fotos: Marly Albán, Luis López, William Cruz.
PDG Español
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