Por Qué Los Jóvenes de Ruanda se Están Alejando de la Caficultura
Al igual que muchos países africanos productores de café, Ruanda ha llegado a un punto crítico en su producción debido a la edad de sus caficultores. Una combinación de factores, entre ellos la crisis del precio del café, la migración masiva a las ciudades y el cambio de mentalidad han creado una fuerza de trabajo en la caficultura que comienza a notar la falta de participación de las generaciones más jóvenes.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) afirma que la edad media de un caficultor africano es de 60 años, a pesar de que el 60% de la población del continente es menor de 24 años. En Ruanda, esto significa que de los 400.000 pequeños caficultores responsables de la producción de café, un porcentaje importante, pronto podría ser demasiado viejo para seguir cultivando café.
Para abordar esta posible crisis, se deben tomar medidas para resolver los problemas que mantienen alejados a los jóvenes ruandeses de la caficultura. Te contamos algunas de las razones tras este alejamiento y los esfuerzos que se están realizando para superarlo.
Read this in English: Why Rwandan Youth Are Turning Away From Coffee Production

Una caficultora lleva granos de su granja a la estación de lavado de café Cocagi en Ruanda. Crédito: Laura Mulkerne
Cambiando Los Patrones de Creación de Empleo
La industria cafetera de Ruanda ha avanzado mucho desde que la economía del país se impulsó por primera vez en la década de 1930. Desde entonces, y luego de haber obtenido la independencia, vivido la crisis de la caída global del precio del café y el genocidio; para el año 2000, la otrora próspera industria cafetera se encontraba en malas condiciones.
En los últimos años, la economía de Ruanda ha vivido un crecimiento, y se puede observar un aumento del 23% en las inversiones realizadas el año pasado, que alcanzan los 2.500 millones de dólares. Se espera que este aumento facilite la creación de 35.715 empleos, manteniendo el objetivo de crear 200.000 empleos y de aumentar la inversión en un 10% anual. En la actualidad, Ruanda es una de las economías de más rápido crecimiento del mundo y en 2018, su participación en la fuerza de trabajo era del 52,4%.
Aunque el gobierno está creando más empleos, es poco probable que se enfoque en la caficultura. Uno de los objetivos del país, como parte de su Visión 2020 y de la Estrategia de Desarrollo Económico y Reducción de la Pobreza (EDPRS, por sus siglas en inglés), ha sido reducir en un 50% la población dependiente de las actividades agrícolas de baja productividad mediante la creación de 2,2 millones de puestos de trabajo. Se espera que esto reduzca el subempleo y el desempleo de los jóvenes en las zonas rurales y urbanas.
Actualmente, un gran porcentaje de los jóvenes ruandeses está subempleado, lo cual significa que trabajan una cantidad limitada de horas a la semana, aunque desean trabajar más. Un gran porcentaje de este grupo trabaja sin remuneración en fincas familiares o como trabajadores asalariados para agricultores independientes. Dado que las zonas rurales están ofreciendo trabajos como estos, muchos se mudan a la ciudad para encontrar empleos.
Las investigaciones sugieren que los jóvenes están encontrando trabajo en estas zonas urbanas. Según un informe del Banco Mundial del año 2018 sobre el aprovechamiento de la urbanización para la transformación económica de Ruanda, existe un vínculo entre la densidad de la población urbana y la creación de empleos no agrícolas en Kigali y los núcleos de las seis ciudades secundarias.
Además, en el informe se estima que el efecto de la densidad de la población urbana en la reducción de la pobreza es significativo, ya que la disminución de la densidad está asociada a una reducción porcentual de la tasa de pobreza moderada en un caso registrado.
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Caficultores disfrutan de una taza de su propio café en la estación de lavado de café de Gisumba, Ruanda. Crédito: Laura Mulkerne
La Caída de Los Precios
Es evidente que las oportunidades de empleo están atrayendo a los jóvenes ruandeses a las ciudades. Sin embargo, esto no nos dice cómo es el trabajo en la caficultura y por qué se están alejando. Para comprenderlo mejor, hablé con Liza Imbonabake, asociada e instructora de negocios en Challenges Worldwide, una empresa de consultoría de gestión en el sector de desarrollo de Kigali.
Liza me dice: “Lo que más aleja a los jóvenes son los precios. Para ellos, el mercado es realmente complicado; ven diez intermediarios entre ellos y el comprador, así que no ven el punto [de cultivar café]”. Este es un sentimiento común entre los productores de café de todo el mundo, que a menudo asumen la mayor parte del riesgo que implica la producción de café, pero terminan con el menor beneficio.
Una conversación con un trabajador de Kopakama Cooperative en Ruanda refuerza esto. Me dice que, en promedio, un caficultor produce una tonelada de café en una temporada de tres meses de cosecha, valorada en 220.000 francos ruandeses o 240 dólares. Actualmente, el salario medio de las familias es de 219.000 francos ruandeses. Así que, en tres meses, los productores ganan un poco más de un tercio de lo que el ruandés promedio gana en un mes.
Liza me dice que esta es en parte la razón por la cual la generación más joven no está interesada en el cultivo del café. Dice que si trabajan en la industria cafetera, lo terminan haciendo en las estaciones de lavado. “Hacen trabajos ocasionales, recolectan cerezas o prestan los servicios de transporte de la finca a la estación de lavado, pero no la caficultura en sí”. De esta manera, garantizan su salario. Puede ser bajo, pero Liza dice que al menos de esta manera, no dependen del clima.

Una caficultora de pie junto a sus cafetos en Kopakaki, Ruanda. Crédito: Laura Mulkerne
Falta de Motivación
Aunque los hechos y las cifras pueden alimentar las circunstancias que alejan a los jóvenes de la producción de café, no dice mucho sobre cómo este grupo percibe la industria. Para saber más sobre lo que piensan los jóvenes ruandeses sobre la caficultura, hablé con Smayah Uwajeneza.
Smayah es una tostadora de café de Ruanda que trabaja para Sustainable Harvest, un importador internacional de café de especialidad que fomenta las relaciones directas entre compradores y productores. También, ha recibido la Beca LEAD de la Asociación de Cafés Especiales por el período 2018-2020, que es una iniciativa de desarrollo profesional y de mentoría destinada a aumentar la diversidad de liderazgo en la comunidad cafetera mundial.
Smayah trabaja directamente con mujeres caficultoras y pasa un tiempo considerable en las estaciones de lavado, donde dicta talleres sobre temas como la mejora de los métodos de cultivo ante el cambio climático y la capacitación en materia de conocimientos financieros. Cuando habla sobre los jóvenes y su distanciamiento de la producción de café, me pregunta: “¿Puedes culparlos?”
Ella ha sido testigo directo de la cantidad de trabajo duro y laborioso que implica la producción de café, diciéndome que una vez vio a “una mujer embarazada, con un gran recipiente en la cabeza, lleno de cerezas y un bebé atado a su espalda, caminando durante dos horas para llegar a la estación de lavado… es la temporada de lluvias, no hay ningún camino para que [transite], y el terreno es resbaladizo. Si cargas cinco kilos en la cabeza con el agua acumulándose, se [sentirá] como [si cargaras] siete kilos”.
Continúa, diciendo: “Si hablas con un niño de esta familia, ¿cómo va a estar motivado para unirse al trabajo que su madre realiza? A veces no almuerzan, no cenan, y aun así la madre trabaja y espera por el café durante tres o cuatro años, y sólo ganan centavos que… se esfuman en [cuestión de] horas. ¿Te sentirás motivado para quedarte? Nunca”.
El relato de Smayah sugiere que el cultivo de café se considera un esfuerzo de alto riesgo y baja recompensa para los jóvenes. Después de todo, la producción de café requiere de una atención constante para lograr una sola cosecha, sin tener en cuenta problemas como el aumento de la frecuencia y duración de las sequías, las inundaciones, los deslizamientos de tierra, la erosión y las enfermedades de las plantas, que se producen debido a los cambios en los patrones meteorológicos en Ruanda. Como me dijo un caficultor en Huye, Ruanda, “No puedes dividir tu trabajo en horas, tienes que estar siempre ahí”. Tú vives en tus árboles”.

Camas de secado llenas de granos durante la temporada de cosecha en la estación de lavado de café Koakaka, Ruanda. Crédito: Laura Mulkerne
¿Qué Está Cambiando?
Si bien la industria cafetera de Ruanda está experimentando cambios para mantener la producción, muchos de estos cambios están dirigidos a mejorar la producción en general, y no específicamente dirigidos a los jóvenes.
Luego de la pérdida importante de infraestructura durante el genocidio, el gobierno de Ruanda se dio cuenta de la necesidad de reemplazarla para continuar con éxito la producción de café, y que para realizar estos reemplazos sería necesario hacer mejoras en tecnología y producción, así como en habilidades y calidad. Para ello se creó la National Coffee Strategy (estrategia nacional del café) en el año 2002, y también para posicionar a Ruanda como un país productor de café de especialidad.
Desde entonces, varias organizaciones locales e internacionales se han involucrado en la mejora de la capacidad y la productividad de los caficultores. Smayah me dice que parte del programa de Sustainable Harvest incluye una oferta de talleres y clases educativas sobre comercio y precios de mercado, así como la creación de redes y la conexión de los tostadores con los caficultores.
Otra organización que proporciona capacitación es Challenges Worldwide, una organización benéfica de desarrollo internacional que construye empresas en economías en crecimiento. En 2017, inició un proyecto de cinco años para fomentar del mercado del café para la paz y la prosperidad con ocho cooperativas cafetaleras en el oeste y el sur de Ruanda.
El proyecto tiene como objetivo mejorar los modelos comerciales de los agricultores para que generen más capital y sean más sostenibles. También, los protegerá contra el cambio climático ayudándolos a reducir sus costos de operación y las emisiones de carbono mediante el uso de energías renovables para el lavado del café.
El objetivo de la capacitación es que los jóvenes y los mayores se formen, y que luego transmitan sus habilidades a sus sucesores. Sin embargo, Liza me dice que, según su experiencia, la mayoría de los asistentes son de la tercera edad, y expresa más dudas con respecto a que estos ancianos pasen su formación a las generaciones más jóvenes, lo cual detendrá aún más la difusión del conocimiento.

Un empleado de la estación de lavado de café de Kigembe clasifica los granos en una mesa de secado. Crédito: Laura Mulkerne
Una iniciativa que podría tener más éxito con las generaciones más jóvenes es el Rwanda Youth in Agribusiness Forum (foro de la juventud en la agroindustria de Ruanda, RYAF, por sus siglas en inglés), un foro en línea creado para “cambiar la antigua mentalidad de los jóvenes, mientras los orienta a llegar a otros grupos agrícolas para crear conciencia sobre la práctica de la agricultura orientada a los negocios”. Una de sus áreas de interés es la producción de café.
Gracias a los teléfonos móviles, que permiten a los jóvenes y a las personas de bajos ingresos acceder a Internet, se podría acceder a este foro más fácilmente que a las sesiones de capacitación celebradas en lugares físicos. En la actualidad, el foro cuenta con más de 12.000 miembros y promete a quienes se unen acceso a las oportunidades globales diseñadas para los jóvenes en la agroindustria, el apoyo al desarrollo empresarial, la mentoría y la capacitación, los programas de creación de capacidades y más.
Otra iniciativa que también podría tener éxito es Sustainable Growers. Este grupo ha reconocido que las mujeres suelen quedar excluidas de los beneficios de la producción de café y ofrecen a las mujeres ruandesas acceso a un programa de un año, que ofrece capacitaciones profesionales sobre el cultivo de café y acceso al mercado, donde se les instruye con respecto a las mejores prácticas agrícolas en materia de café, tueste casero, género y actividades de acceso al mercado.
Si bien las mujeres ruandesas constituyen un porcentaje significativo de los trabajadores del país, es menos probable que tengan un empleo remunerado, en comparación con los hombres y a menudo se limitan a realizar tareas domésticas no remuneradas. Al involucrar a este grupo en la producción de café, esto podría cambiar.

Una trabajadora de la estación de lavado de café Cocagi clasifica los granos de café, listos para ser enviados como muestras. Crédito: Laura Mulkerne
Es evidente que hay un largo camino por recorrer para que la juventud ruandesa se involucre nuevamente en la producción de café, y que esto podría no ser tan simple de lograr como parece.
Requerirá que la actual población caficultora trabaje con sus sucesores, y que las organizaciones lleguen a las generaciones más jóvenes de una manera que les beneficie, y no al contrario.
Sin embargo, al reconocer el problema, se pueden crear soluciones que permitan al país continuar produciendo el café de especialidad que lo hace famoso, por muchos más años.
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Escrito por Martha Baker-Woodside Foto principal: Camas de secado llenas de granos durante la temporada de cosecha en la estación de lavado de café Koakaka, Ruanda. Crédito de la foto principal: Laura Mulkerne
Traducido por Tati Calderón. Traducción editada por María José Parra.
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