Café de Zimbabue: ¿Logrará Regresar a Los Menús de Especialidad?
El café de Zimbabue era famoso por su perfil dulce, cítrico y achocolatado de alta calidad. Pero han pasado casi 20 años desde que desapareció del escenario mundial y el país perdió una de sus industrias más prometedoras. A principios de la década de 2000, las fincas fueron confiscadas y la producción de café cayó de golpe. Allí donde antes un suelo volcánico rojo y fértil producía café fino de alta calidad y daba trabajo a miles de lugareños en una industria sumamente productiva, ahora hay jardines descuidados, matorrales de eucalipto y acacia, y campos de maíz quemado de los que se ocupan agricultores de subsistencia que se encuentran desempleados.
Yo crecí en este país rico, caminando junto con mi padre, un pionero e innovador para los caficultores zimbabuenses con fincas pequeñas y comerciales. Tomando las cerezas rojas de los arbustos y masticándolas, y jugando con los niños de los trabajadores locales, el café ha sido parte de mi vida desde que empecé a caminar. Aprendí tanto sobre la caficultura de mi padre y nuestros vecinos caficultores en la finca Crake Valley, familia Boswell-Brown. La historia de las fincas perdidas de Zimbabue también es mí historia.
En la actualidad, nuestra industria cafetera es una sombra de lo que antes fue. Pero la escena política cambiante podría augurar un nuevo amanecer para el café zimbabuense. Si se permite que el sector privado vuelva a prosperar, existe una verdadera oportunidad de impulsar el crecimiento económico y reducir la pobreza mediante la producción de café en un país que tiene un extraordinario potencial agrícola.
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Cerezas de café recién cosechadas en la finca Crake Valley, Zimbabue. Crédito: Finca Crake Valley, Boswell Brown
Zimbabue, “El País Cafetero Perfecto”
El pequeño país de Zimbabue, en el sur de África y sin salida al mar, tiene 16 millones de habitantes y un PIB de USD 16,62 mil millones (Banco Mundial). Anteriormente, fue el café predilecto del mundo. De hecho, el comprador de café verde Mike Perry de Klatch Coffee lo recuerda como “muy dulce” con “tonos ácidos de cereza”, un aroma a nueces y un perfil achocolatado.
Su eje cafetero pasa por valles frondosos y montañas frescas, a lo largo de la frontera con Mozambique, parte de la cadena montañosa que pasa desde las tierras altas de Etiopía. La región se extiende desde Chipinge, Chimanimani y Vumba hasta el valle Honde y Mutasa. Boswell-Brown explica que “las zonas más altas, más frescas y más húmedas producen café de mejor calidad (la mejor calidad proviene, en primer lugar, de Vumba y luego de Chipinge, que es la zona agrícola más grande que solía producir el 75% del café zimbabuense)”.
Además, dice que “el promedio de precipitaciones es alrededor de 1375 mm por año, con un récord de 3000 mm. Gran parte de las precipitaciones son lluvias torrenciales en unos pocos meses del año”.
Es el país cafetero perfecto, dice Johane Jori del Zimbabwe Coffee Mill (ZCM) Limited. Por esta razón, en 1992, un grupo de productores grandes y pequeños se unieron para crear un beneficio de café. Su objetivo era procesar 20.000 toneladas más por año, llevando la capacidad nacional a 50.000 toneladas.
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Excelsior Estates, una finca de café comercial de 150 ha ubicada en las tierras altas orientales, en la frontera con Mozambique. Solía producir aproximadamente 255 toneladas de cerezas rojas cada año. Crédito: Nicole Motteux
La Caída Del Café Zimbabuense, en Cifras
En 1990, Zimbabue producía 14.706 toneladas de café Arábica, principalmente, en 5843 hectáreas (FAO). Esta es una producción de café verde extraordinaria de aproximadamente 2,3 toneladas por hectárea; superando en más de un tercio a cualquier otro país africano que produce café. Aún se sigue registrando un récord de productividad en África, con Ghana que llegó a 1,6 toneladas/ha en 2016.
Esta productividad fue impulsada en parte por los productores privados, como Boswell-Brown.
“Una tonelada por hectárea no era económica”, explica Boswell-Brown. “Necesitábamos dos toneladas para obtener una ganancia, tres para estar bien”. Por lo tanto, plantaron la variedad Catimor 128, ya que “es resistente a la roya, tiene un buen rendimiento y es consistente”. Él me cuenta que “es [una planta] que trabaja mucho y rinde”.
Pero luego, en 2000, la nación antes próspera cayó en ruinas. La inestabilidad política y la crisis económica destruyeron la industria cafetera mientras los militantes ocupaban las fincas privadas, obligando a sus propietarios a abandonar el país. Estos dejaron atrás las fincas productivas y miles de trabajadores de las plantaciones, sus familias y las comunidades viviendo en la pobreza.
Antes del 2000, había alrededor de 180 fincas familiares grandes y medianas, varios miles de pequeños productores y un puñado de fincas comerciales, según dijo Johane Jori a Eastern News.
Pero en la actualidad, la destruida industria del café aún no se ha recuperado. En 2016, se cosecharon solo 414 toneladas, que se produjeron en 1784 ha. Únicamente tres fincas comerciales y caficultores de subsistencia aún logran sobrevivir, según Kenneth Chikanga, editor del Zimbabwe Digital News. Y en 2017, el Programa Mundial de Alimentos informó que el 63% de las familias rurales en Zimbabue vive por debajo de la línea de pobreza y el 27% de los niños menores de cinco años presenta problemas en su desarrollo debido a la malnutrición. Es un país diferente.
La Historia de mi Familia
Pero para comprender realmente lo que sucedió en Zimbabue, debemos analizar más que solo las cifras. Debemos analizar las historias de sus productores, de la gente como mi padre y sus vecinos.
El invierno en Zimbabue, en los meses de junio y julio, es la época de recolectar las cerezas de café rojas y maduras. A finales de los años 70, mi padre, Hugues Motteux, gerente general de la finca Excelsior Estates, se levantaba con la salida del sol, la mejor hora del día en África. Junto con sus gerentes de campo, supervisaban la calidad de la recolección que realizaban 100 trabajadores, tanto los que hacían parte del personal, como los de temporada.
Cada año traía nuevos desafíos. En Zimbabue, gran parte de las precipitaciones ocurre en forma de lluvias torrenciales durante unos pocos meses del año y son provocadas por los fenómenos climáticos El Niño y La Niña. Sin embargo, unas sequías intensas en 1982/1984 y 1991/1992 afectaron la producción.
Mi padre recuerda esto, en los primeros años, había poca información meteorológica. Pero, en general, “los vientos desde el oeste hacia el este y desde el norte hacia el sur traían lluvias buenas. Los vientos fuertes desde el este hacia el oeste durante el día y la noche entre julio y noviembre anunciaban sequía”.
Boswell-Brown, mi vecino cuando era niña, también recuerda la sequía de 1990, así como la helada de 1960. “Nos enseñó mucho, incluyendo la importancia de cubrir con abono, manejar el agua y no plantar en el fondo del valle”, dice. “Creamos en la finca un ecosistema equilibrado y diversificado para restablecer los nutrientes del suelo, otorgar de nuevo la calidad y el sabor al café y protegernos de las sequías y las heladas”.
Para contrarrestar la erosión del suelo y otros daños provocados por las inundaciones, mi padre estableció la siembra en contorno (o en curvas a nivel) de prado vetiver en los terrenos con una inclinación de 25 grados. También plantó árboles de Grevillea robusta (roble sedoso) para dar sombra y proteger el café del viento, las heladas y el sol. Luego de la sequía de 1984, diversificó la producción con cultivos como proteas, nueces de macadamia, aguacates, coles, kiwi, plantas maderables y crió animales para afrontar mejor los impactos del clima y los precios volátiles del café.
En los años 60, era calificado en agricultura tropical. Y en los años 70 y 80, la industria cafetera local fue marcada por innovaciones emocionantes. Se introdujeron avances en la tecnología y las prácticas agrícolas, respaldadas por investigaciones zimbabuenses e internacionales. Mi padre acogió todo esto, incentivado por su amor hacia el café, la agricultura y el creciente potencial de la industria en Zimbabue, su tierra adoptiva.
Un Periodo de Innovación Agrícola
Durante esta época, también se creó la Asociación de Caficultores de Zimbabue. “Fue creada por otra familia local, los hermanos Fennell en Chipinge, quienes habían compartido sus conocimientos y promovido la innovación desde que trabajaban en la agricultura en Sudasia”, me cuenta Boswell-Brown. “Parte de su visión era apoyar el crecimiento de los pequeños caficultores como una nueva clase emprendedora en [esta] nación emergente”.
“Zimbabue ya tenía una reputación merecida por la investigación y la ciencia agrícolas. El objetivo de la Asociación de Caficultores era realizar y comunicar los estudios en buenas prácticas agrícolas para mejorar la productividad del café. La cantidad de miembros creció rápidamente hasta alcanzar los 180 productores”.
En los años 70, los precios del café aumentaron, junto con una mayor demanda global por la producción y la calidad del café. En 1981, Zimbabue se convirtió en un miembro exportador de la OIC.
Además, los caficultores zimbabuenses empezaban a introducir sus propias ideas e innovaciones en la escena mundial. Mi padre recuerda una visita a Escocia, donde sorprendió a los fabricantes de equipos con sus ideas para mejorar el diseño de las despulpadoras de café.
Él construyó una planta de procesamiento diseñada para incrementar la eficiencia, el rendimiento de la conversión y la rentabilidad para las empresas de café. La utilizaban las fincas comerciales al igual que los pequeños caficultores de la zona. Su despulpadora de cuatro discos podía despulpar hasta una tonelada por hora, un mejoramiento notable de lo que se usaba en aquella época. Se bombeaba el café de los tanques de fermentación a los secadores que se calentaban artificialmente con una caldera de vapor que aceleraba el proceso de secado y creaba un pergamino seco más consistente, libre de contaminaciones por humo.
Sus mejoras al sistema del café fueron acogidas por la Asociación de Caficultores y otros productores de café las adoptaron en muchos lugares. En 1981, mi padre recibió el premio como Mejor Caficultor del Año, mientras que Boswell-Brown recibió el premio al Manejo de Finca Innovadora en 2002, ambos formaban parte de la Asociación de Caficultores de Zimbabue.
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La carta que le informaba a mi padre que ganó el premio como mejor caficultor del año. Crédito: Nicole Motteux
El Éxito Para Los Pequeños Caficultores en el Valle Honde
Pero las grandes fincas no eran las únicas que se beneficiaban del boom del café en Zimbabue. A principios de los años 90, la Asociación invitó a mi padre y Boswell-Brown a formar un programa de extensión para pequeños caficultores en el valle Honde. El objetivo era brindar apoyo para mejorar la calidad y la consistencia de sus sistemas de café.
Honde es un valle aislado, que se encuentra a aproximadamente 130 km de Mutare, entre el monte Inyangani y la cadena montañosa de las tierras altas del este. Esta tierra rica en café era el hogar de la gran mayoría de pequeños caficultores en Zimbabue.
Cada tres meses, mi padre y Boswell-Brown pasaban tres o cuatro días en el valle Honde, trabajando con pequeños productores de café que también cultivaban maíz y vegetales y tenían aves de corral y bueyes en sus propiedades de una o dos hectáreas. Cada familia se ocupaba de sus huertas, pero trabajaban juntos en una cooperativa de procesamiento del café.
El programa de extensión se enfocaba en las preocupaciones claves que compartían todos los caficultores de la zona subtropical. Un problema era cómo afrontar los brotes de roya del café, y plagas como la broca, la cochinilla, la chinche de Antestiopsis, que es la responsable del defecto del sabor a papa, el minador de la hoja y la escama verde. Ellos dieron demostraciones prácticas de buenos procesos agrícolas para tratar de eliminar estos problemas.
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Boswell-Brow me cuenta que, gracias al programa, los pequeños productores en la región comenzaron a aumentar su producción en aproximadamente 300 toneladas de café de buena calidad.
Un Zimbabue Sin Café
Si la producción cafetera de Zimbabue hubiese continuado con la innovación, la cooperación y la investigación internacional, sin duda seguiría siendo famosa hoy por sus perfiles exquisitos y el buen rendimiento de la cosecha. Pero la historia intervino.
Desde finales de los años 90 hasta 2010, Zimbabue tuvo dificultades en diversos frentes. El Banco Mundial informa (aquí y aquí) de una economía mal gestionada, escasez de efectivo y divisas, indisciplina fiscal y déficits presupuestarios, problemas de corrupción, baja productividad, un marco reglamentario rígido y otros indicadores económicos fundamentales negativos.
Las familias caficultoras, como la mía, que antes estaban ocupadas y prosperaban, fueron desterradas. Con excepción de las fincas Crake Valley Farm, Tanganda Estates y Farfell Estates, ha habido poca producción de café significativa en Zimbabue desde 2010. Las pocas operaciones sobrevivientes siguen dedicándose a la producción de café de alta calidad en el que se puede confiar para el mercado local e internacional, dice Boswell Brown, quien exporta el 70% de su cosecha en Crake Valley Farm.
En las fincas de café como la de mi familia, los cafetos están muertos o se han removido y usado como leña. La deforestación y las prácticas agrícolas y administrativas deficientes han tenido un efecto negativo en la fertilidad del suelo. La erosión provocó la sedimentación en las vías navegables, la reducción de la calidad del agua y una prolongada disminución de la seguridad alimentaria. La fábrica que un tiempo había sido un centro dinámico se encuentra en ruinas y se necesita una inversión de capital cuantiosa para devolverla a su estado original.

Las ruinas de lo que alguna vez fue un establecimiento innovador y de vanguardia destinado al procesamiento del café. Crédito: Nicole Motteux
En 2017, el Informe sobre el Bienestar Infantil de World Vision Zimbabue manifestó la preocupación de que una crisis de liquidez aumentaría de nuevo la inflación. Las familias rurales que viven en condiciones de pobreza tienen un acceso limitado a los insumos agrícolas y los ingresos de dinero para la alimentación, medicinas y emergencias.
Bowell-Brown me cuenta que los bancos restringieron los retiros de dinero. Esto, a su vez, obliga a los agricultores a hacer largas filas durante varios días para acceder al dinero y pagar a los trabajadores de las fincas y comprar insumos. Un saco de fertilizante en Zimbabue es casi el 40% más caro que exactamente el mismo producto en Sudáfrica.

Cuando los bancos tenían problemas de liquidez en Zimbabue. Crédito: Anneta Charitonos
Reconsiderando Zimbabue
Pero las cosas están cambiando en Zimbabue. A finales de noviembre de 2017, el presidente actual, Emmerson Mnangagwa, reemplazó la ley de Robert Mugabe, que duró 37 años. Como han escrito muchos analistas, esta podría ser una oportunidad para Zimbabue de implementar reformas económicas y políticas.
“Confiamos en que la nueva administración está comprometida con la reactivación de la agricultura. Más del 70% de los 16 millones de personas en Zimbabue depende de la agricultura a pequeña escala”, dice Kenneth Chikanga, editor del Zimbabwe Digital News.
Y a pesar de su reciente historia tumultuosa, el potencial de Zimbabue permanece. Es un país dotado generosamente con recursos naturales y una población joven y relativamente cualificada.

La gente sostiene carteles durante este momento políticamente cargado. Crédito: Anneta Charitonos
Nuevas Oportunidades Para Los Caficultores
El economista agrícola Midway Bhunu me cuenta que reactivar la industria cafetera de Zimbabue requiere un ambiente propicio para hacer negocios, confianza y la disponibilidad de un capital paciente, buena gobernación y estabilidad política.
“El café de especialidad tiene muchas virtudes y puede tener un impacto positivo en las comunidades rurales”, dice Midway. Sin embargo, para las inversiones técnicas, económicas y de tiempo que se requieren para producir una provisión confiable de café especial se necesita crear plantaciones de café establecidas y sistemas sociales y administrativos que brinden apoyo.
Midway cree que el gobierno podría restablecer la seguridad de la propiedad de los terrenos, que se podría decir que es uno de los obstáculos más grandes de Zimbabue para las inversiones en el café. La renovación o la creación de nuevos cafetales requiere de cuantiosas inversiones de capital y una gestión hábil para supervisarlos desde los semilleros hasta la cosecha después de cuatro años. La tenencia segura de la tierra y un ambiente propicio para los negocios muy mejorado incentivará a los bancos para hacer préstamos a las empresas (por supuesto, no es el único cambio que se debe hacer. Pero sería un inicio significante en la dirección correcta).
“Vayamos directo al grano”, dice Johane Jori de Zimbabwe Coffee Mill. “El desarrollo del sector privado es un paso crítico para renovar la industria cafetera. Los diagnósticos de la industria [que ya están] en marcha ayudarán a explorar las posibilidades de intervención y establecerán la dirección a seguir”.

Orgullo por Zimbabue y su futuro. Crédito: Anneta Charitonos
La Gente Que ya Está Trabajando en el Café Especial Zimbabuense
Además, ya hay zimbabuenses involucrados en el café de especialidad, aunque están a menudo en la fase de preparación y consumo en la cadena de suministro.
Conoce a Tungamirayi Musungwa (Tunga) y su esposa, Diana, cuyo objetivo era construir una cultura de café viva. Su negocio de café sobre ruedas, Zimbarista, es su empresa de café de tercera ola.
“Pensé que sabía mucho sobre el café. Estaba equivocado”, dice Tunga y se ríe. “Freshly Ground Coffee Bar en Harare patrocinó mi asistencia al curso de formación de Seattle Coffee durante tres semanas, de las 7 am a las 10 pm, en Sudáfrica. Me enseñó muchísimo. Tenía que ver todo con café de elaboración artesanal. Me deslumbró. Traté de aprender lo más que pude. Debía hacerlo”.
Tunga puso toda su pasión en el Freshly Ground Coffee Bar, enfocándose en café especial de calidad. Pero dice que el bajo poder adquisitivo de los zimbabuenses significaba que “simplemente no se vendían las cantidades necesarias”. Tunga reconoció esta laguna en el mercado, así que lanzó el café móvil de Zimbarista. Sirve granos de café que provienen directamente de algunos de los cafés Arábica más finos de gran altura de Zimbabue, como La Lucie, Farfell, Leopard Coffee y Vumba Coffee. Su sueño es crear su propio tueste de especialidad algún día.
“Nuestra misión es llevar el café de especialidad donde se reúne la gente: escuelas, matrimonios y eventos familiares o empresariales. Zimbarista [nos] llevó a las calles. Simplemente queríamos que el buen café sea accesible para todos”, dice con una sonrisa.

Laurette Gomwe, barista de Zimbarista, sirve café de especialidad a una cliente. Crédito: Anneta Charitonos
Los turistas con sed de un café especial de producción local también podrían ayudar a impulsar la industria de Zimbabue. El turismo representa el 5,2% del PIB y, en 2017, más de 2 millones de personas visitaron el país, más del 15% en 2014. Hay una creciente confianza en que esto podría incentivar nuevas inversiones en fincas de café en las tierras altas del este.
Desde la mitad de los años 90, Tony’s Café, en la Vumba (que significa “niebla”), ha sido un lugar popular para los turistas donde se puede disfrutar un café junto con una vista espectacular.
Además, están las famosas cataratas Victoria de Zimbabue. En 2016, la Autoridad Turística de Zimbabue registró más de 1.062.166 visitantes, la mitad del número de llegadas de turistas del año. Allí, en el Wild Horizons Lookout Café, los visitantes pueden disfrutar un café premium emblemático de producción local de la tostaduría selecta La Lucie Coffee mientras observan las espectaculares cataratas de Mosi-oa Tunya (Humo que Truena). El gerente de la tienda de café, Gail Webster, dice que los europeos representan el porcentaje mayor de turistas y que, por lo general, conocen y piden café de buena calidad.

Café, muffin y una naturaleza increíble en las cataratas Victoria, Zimbabue. Crédito: Kevin Hogan
También es una buena noticia para la producción local. Michel Fayd’herbe, primer ejecutivo de La Lucie, dice que la tostaduría de café selecto (creada en 1995) crece continuamente. Está registrando una fuerte demanda por su café de especialidad, que proviene de las montañas orientales de Zimbabue e intentó empezar a exportarlo el año pasado.
La industria cafetera de Zimbabue mira hacia el futuro.
Para lograr un cultivo de café consistente, de alta calidad y de alto rendimiento se necesitarán buenas prácticas agrícolas, una buena administración gubernativa e inversionistas del sector privado pacientes. Pero Midway me dice que Zimbabue tiene el potencial para asumir el liderazgo entre los 25 países africanos que cultivan café.
A los zimbabuenses nos enorgullece nuestro compromiso de volver a trabajar juntos para un futuro prometedor. Como dice Midway, aguardamos un “ramangwana rakanaka”, un futuro maravilloso.
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Escrito con la ayuda e información de Lilani Goonesena.
Traducido por Laura Fornero. Traducción editada por María José Parra.
Todos los puntos de vista dentro de este artículo de opinión pertenecen al escritor invitado y no reflejan la postura de Perfect Daily Grind. Perfect Daily Grind cree en promover el debate sobre temas de actualidad dentro de la industria, por lo tanto, busca representar las opiniones de todas las partes.
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